Muchos españoles que viven fuera — y extranjeros enamorados de la gastronomía ibérica— lo comentan: “el jamón no sabe igual”. No es tu imaginación. El jamón ibérico, cuando cruza fronteras, también cambia. Te contamos por qué.
1. El transporte sí importa
Para exportar jamón ibérico se siguen protocolos estrictos: envasado al vacío, temperatura controlada y muchos días en tránsito. Todo esto puede afectar ligeramente la textura y el sabor, aunque se mantenga la calidad.
2. Conservación: el factor olvidado
En España sabemos cómo tratar un jamón, pero en otros países es frecuente refrigerarlo mal, cortarlo con cuchillos no adecuados o incluso consumirlo demasiado frío. Todo eso m ata parte de su esencia.
3. El entorno también influye
Parece exagerado, pero el sabor también tiene un componente emocional y cultural. No es lo mismo comer jamón en un bar de Sevilla con una copa de vino, que en una cocina neoyorquina con pan blanco y café. El entorno importa.
4. La regulación y los formatos exportados
Algunos países imponen restricciones sanitarias que limitan ciertos formatos (por ejemplo, hueso incluido o curación específica), lo que obliga a adaptar el producto. Además, fuera se exporta mucho loncheado, que nunca iguala al corte a cuchillo en casa.
El jamón ibérico en el extranjero sigue siendo un lujo, pero si puedes, disfrútalo aquí: con la temperatura adecuada, el corte correcto y ese entorno que solo España puede ofrecer. Porque el jamón no solo se come, se vive.
Y si estás en España o planeas volver, en Filo Ibérico tenemos justo lo que buscas: jamón ibérico de calidad, cortado a cuchillo, seleccionado con mimo y enviado con todas las garantías para que el sabor sea tal como debe ser.
Redescubre el sabor auténtico. Redescubre Filo Ibérico.